JULIA CHUÑIL Y LOS MÁRTIRES DE LA MADRE TIERRA

Estas personas han sido asesinadas: Berta Cáceres, Marielle Franco, Isidro Baldenegro, Julián Carrillo, Sikito Mukutay y líderes waorani, Carlos Caballero, Paulo Paulino Guajajara, Bruno Pereira y Dom Phillips, Máxima Acuña.

Según informes de Global Witness, entre 2012 y 2022, al menos 1.910 personas defensoras de la Tierra y del medio ambiente fueron asesinadas en el mundo. El 70% de estos asesinatos ocurrieron en América Latina. En 2023 se cometieron 196 crímenes de activistas ambientales en el mundo. De estos, el 85% se dieron en nuestro continente.

La Iglesia latinoamericana lamenta especialmente el asesinato de la religiosa Dorothy Stang. La mataron en Brasil en represalia por su lucha en defensa del medio ambiente y los derechos de los campesinos amenazados por grandes intereses económicos. En Chile conocemos el caso de la activista ambiental Javiera Rojas. Su cuerpo fue encontrado el 28 de noviembre de 2021 en una vivienda abandonada en Calama, atada de pies y manos, con múltiples lesiones.

En septiembre de 2023, el Tribunal Oral en lo Penal de Calama dictó sentencia en este caso. Jean Pierre Barrios Durán fue condenado a presidio perpetuo, mientras que Miguel Alejandro Lovi Sánchez recibió una pena de 15 años de cárcel. El fallo unánime del tribunal consideró acreditada la participación de ambos en el homicidio calificado de Javiera Rojas

Dorothy era cristiana. Javiera no sé. Se dirá que da lo mismo que una activista sea o no cristiana, pues no se necesita serlo para defender el medio ambiente y las poblaciones nativas. De haber coincidido en alguna causa, Dorothy y Javiera habrían colaborado oponiéndose a la creación de una hidroeléctrica que, por ejemplo, hubiera despojado a unos indígenas en Ecuador. Sí, lo decisivo es haber sido asesinadas más o menos por la misma causa.

Pero no, que una cristiana sea muerta por algo así, tiene una enorme relevancia para los cristianos porque el martirio es una forma sublime de seguimiento de Cristo. Jesús es para ellos el mártir por excelencia. Los cristianos no tienen ninguna obligación de ser mártires. La misma Iglesia ha desconfiado de quienes buscan deliberadamente una muerte sangrienta. Pero un cristianismo que no implique ningún riesgo, un amor al prójimo sin sacrificios no tiene buen aspecto. Un cristiano o una cristiana no deberían irse a la tumba sin ningún rasguño. Sería una buena señal que alguna vez a una capilla le quebraran los vidrios por solidarizar con campesinos asediados por los hacendados de tierras dedicadas al monocultivo. La fe implica la cruz por amor a los demás.

Jesús proclamó: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 5, 10). La bienaventuranza siguiente dice: “Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros toda clase de mal por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros” (Mateo 5, 11-12). Las personas mencionadas arriba habrían sido alentadas, consoladas y confirmadas en su lucha por Jesús.

En estos momentos, en mi país, Chile, se encuentra desaparecida Julia Chuñil. Ella es una dirigente mapuche, presidenta de la Comunidad Indígena Putreguel en la comuna de Máfil, Región de Los Ríos. Desde 2018 ha sido amenazada por empresarios locales interesados en la explotación de 900 hectáreas de bosque nativo que ella se ha empeñado en defender. ¿Quién la asesinó?

Se dirá que, mientras no se encuentre su cuerpo, no se puede afirmar que esto haya sido un crimen. En la historia de mi país, debe decirse, en cambio, que es muy improbable que una persona desaparecida en contextos de lucha social esté viva. Mientras Julia no aparezca, creeré que fue eliminada por quienes se sintieron afectados por su activismo. No quiero dudar de la inocencia de los sospechosos, pero no puedo ignorar la gravedad de las circunstancias. Las autoridades políticas deben esclarecer los hechos con urgencia. Lo necesita el país, los mismos sospechosos y Julia antes que nadie.

La Iglesia del continente está preocupada por el medioambiente y las personas víctimas de su deterioro y la avidez de los grandes propietarios. El papa Francisco en una Exhortación apostólica reciente afirma: “Reconocemos que, tristemente, en la Amazonía hay muchos mártires. Los crímenes no son aislados, sino una parte de una mentalidad depredadora que no respeta los derechos de las comunidades originarias ni la protección de los territorios. Las comunidades cristianas están llamadas a acompañar estas luchas y a levantar la voz contra estas injusticias” (Querida Amazonía 46).

En lo inmediato, urgimos saber qué ha ocurrido con Julia Chuñil. ¿Quién la mató? ¿A quién pudo beneficiar su asesinato?

Nota: En Brasil, el año 2005, el hacendado Vitalmiro Bastos de Moura fue condenado a 30 años de prisión como mandante del crimen de Dorothy Stang. En mayo de 2008, en un segundo juicio, Moura fue absuelto de los cargos. Por segunda vez fue imputado y nuevamente condenado en 2010 por 30 años.

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