Explicación de la virtud
Adorar es reconocer que algo es Dios y que Dios requiere de las personas una entrega total. También los padres y madres dicen que adoran a sus hijos porque las quieren como se quiere a Dios. Pero la adoración puede ser algo negativo. Puede hacer mal. Hay gente que adora ídolos. Los ídolos son seres que se los trata como divinos sin serlo. Por ejemplo, a lo largo de la historia la humanidad ha adorado piedras, árboles, dinero o líderes humanos. Los ídolos son dioses falsos porque prometen ayuda, pero traicionan; parece que nos hacen mejores, pero se apoderan de nosotros, de nuestra libertad y terminan sometiéndonos. Nos trastornan, humillan y esclavizan.
Los reyes magos fueron unos sabios que venían de Oriente en busca del Dios verdadero. No sabían exactamente con qué se podían encontrar. La estrella que seguían les indicó que el verdadero Dios era Jesús: un niño pobre envuelto en pañales, frágil y necesitado de ayuda. Este Jesús no se parecía en nada a los ídolos. Los sabios de Oriente lo adoraron. Adoraron al Hijo de Dios hecho un ser humano que nace y crece como cualquier persona, pero una persona muy especial: en Jesús se hizo real el Dios creador del cielo y de la tierra.
Al rey Herodes le interesó saber sobre este niño porque pensó que podía ser un competidor. No quería que otro poder pudiera destronarlo.
La historia es la siguiente.
Lectura: Mt, 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea», –le respondieron. Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Meditación
Es bueno adorar, pero solo merece adoración el verdadero Dios. ¿Dónde se encuentra a Dios como para arrodillarse delante de él, reverenciarlo y amarlo?
Fíjate en las personas que se encuentran en una situación parecida a Jesús en el pesebre. Jesús en los brazos de María o de José representa a todos los pobres recién nacidos. ¿Sabes dónde y cómo nacen los pobres? Allí Dios se manifiesta.
Fíjate, además, en otras personas que son débiles, gente necesitada de ayuda, seres humanos indefensos. Ellos merecen tu máximo respeto. A través de ellos Dios tiene algo que decirte. Cuando adores a Jesús, recuérdalos ellos. Algo te pueden enseñar.