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El humor de los cristianos

20111103-asisEn la tradición judeo-cristiana tenemos dos variantes paradigmáticas del humor. En la Biblia se cuenta que El Señor prometió a Abraham un hijo cuando él y su mujer andaban por los 100 años. Sara se río del Señor, no le creyó. El Señor se río de Sara, le dio a Isaac, que significa: “Dios ríe”.

El otro caso es Jesús en la pasión. Los soldados romanos para reírse de él lo coronaron de espinas. “¿No se decía rey?”. Los evangelistas consideraron este gesto una burla. Para los cristianos piensan que reírse de los demás es un pecado. En lo sucesivo han debido poner mucha atención en distinguir las variadas declinaciones del humorismo para alegrarle la vida a los demás y evitar hacer sufrir a alguien.

La teología cristiana apuesta a que en la eternidad reinará el humor. Pero, mientras se esté en camino al reino de los cielos las cosas pueden ser muy complejas. El humor, una de las manifestaciones más positivas de la convivencia humana, mal ejercido, puede ser deletéreo. Caben también las malas interpretaciones. Hay tiempos, hay personas, hay culturas, hay una infinidad de factores que hacen difícil saber si una broma, por ejemplo, sirve para apoderarse de la tierra o para compartirla. Una misma frase puede resucitar a uno y matar a otro. La posibilidad de no atinar con la palabra justa se ha vuelto cada vez más común. En la actualidad se están conjugando todos los mundos al mismo tiempo. Las posibilidades de no entendernos son máximas.

Reírse de uno mismo es sano. Reírse con los amigos es una enorme satisfacción. Reírse de los amigos es señal de gran libertad. Reírse de los menos conocidos requiere sumo cuidado. Es siempre un riesgo, y quien quiera hacerlo tendrá que asumir los costos. A veces las víctimas del poder o de un mundo que los aplasta no tienen otro modo de defensa que el humor. ¡Mal menor! La sociedad de los medios de comunicación y de las redes sociales ha dado espacio a expresiones humorísticas liberadoras de gente oprimida por el terror sacro, las moralinas y los falsos pastores, así como de los cebos del marketing y del complejo de no valer nada para nadie. Pero ha comenzado a levantarse una nube tóxica de incomunicación e incomprensión preocupante ¿Cómo tratarnos? ¿Cómo criticarnos sin dejar de cuidarnos y para cuidarnos?

Muchos cristianos, el Papa incluido, han solidarizado con los musulmanes que han podido sentirse humillados con las viñetas de Charlie Ebdo. Se trata de una actitud espontánea en quienes sufren cuando recuerdan a su mesías coronado de espinas. ¿Intolerancia religiosa en una sociedad secularizada y laica? Mejor sería hablar de sentido común o de inteligencia emocional. La emoción no basta, cierto. Pero si convivencia social no radica en una veneración del prójimo y en un respecto de su vida, de su cultura y de su religión no hay futuro.

¿Digo con esto que se justifica el crimen de los profesionales del diario francés? Jamás. Este constituye un irrespeto a la vida infinitamente mayor que el de una viñeta, y queda en manos del Estado derecho castigarlo. Pero al Estado de derecho no se le puede pedir más. La paz depende en primer lugar de quererla.

De la vida eterna se puede hablar con muchas metáforas. Ofrezco una: los cristianos esperan el día en que todos los pueblos de la tierra se conviertan en hijos de Isaac. En la eternidad judíos, cristianos, musulmanes, agnósticos y ateos, todo los seres humanos que tengan o no tengan un credo comerán juntos y se reirán unos de otros sin herirse, porque habrán aprendido a relacionarse como Sara hace con el Señor y como el Señor hace con Sara.