¿Qué esperamos para los nuevos universitarios?

Nos alegramos por los jóvenes que entrarán por primera vez a la universidad. Celebramos su esfuerzo. El país entero, los padres y el estado, haremos un sacrificio para que ellos estudien. ¿Saben los jóvenes a lo que van?

La idea principal de una auténtica universidad es la búsqueda de la verdad. Sucede, sin embargo, que nuestras universidades, tal como hacen los centros politécnicos, se limitan a adiestrar personas en el dominio de una profesión determinada. Esta reducción no debiera despistar del objetivo. Sería muy deseable que nuestros jóvenes encontraran en la educación superior un lugar que les abra la mente y el corazón a la verdad en todas sus dimensiones. La verdad sobre el hombre y el mundo, no dogmas científicos ni recetas técnicas para manipular la realidad. Cuánto quisiéramos ver a los futuros profesionales pensar, dudar y alcanzar conclusiones propias, en un espacio intelectual en que las distintas ciencias se critiquen y fecunden unas a otras, y donde la sabiduría acumulada de la humanidad las oriente a todas juntas a la vez que se nutra de ellas. Facultades así en Chile debe haber pocas. Universidades, no conozco ninguna.

La universidad no se puede contentar con preparar especialistas, porque la verdad que necesitamos y que constituye su objetivo preciso, es la verdad que hará más justa a la sociedad. No se trata de formar expertos en una materia e ignorantes en todo lo demás. Menos aún se trata de educar privilegiados. Privilegiados ya tenemos. Lo que nos falta son profesionales con vocación social. Personas que quieran servir en vez de ser servidos. Si la tarea inmediata de toda universidad auténtica es la búsqueda de la verdad, la tarea ulterior es la búsqueda de la justicia. Que nuestros nuevos universitarios no olviden nunca que miles de otros jóvenes tendrán que arreglárselas de otra manera porque la sociedad no les dio la preparación ni los medios que necesitaban. Es legítimo que quienes pronto ingresarán a las universidades quieran el día de mañana ganarse la vida con la especialidad que eligieron. Pero sería lamentable que cayeran en el juego del individualismo ambiental y que no repararan en las enormes diferencias generadas por el capitalismo materialista. Ojalá estos jóvenes encuentren una universidad que forme personas deseosas de inventar una sociedad más humana y solidaria.

La universidad no es para todos, lo sabemos. Pero debiera servir a todos, cosa que solemos ignorar. En nuestro medio la universidad rara vez es lo que debiera ser. Pero tendrá que seguir intentándolo. Felicitaciones a los jóvenes que han alcanzado su propósito, pero no a cualquiera de ellos. Celebramos sólo a aquellos que, libres del egoísmo de moda, se interesen por buscar la relación entre la verdad y la justicia.

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