Me hicieron saber que la Sra. A.M.C., integrante de mi comunidad cristiana, estaba pasando hambre, tenía anemia y no daba ya más con una deuda adquirida con una caja de compensación por $ 200,000 el año 2009. Pedí que me consiguieran el comprobante del último abono. Acudí a la caja. Solicité todos los antecedentes. Esa misma tarde escribí correos a varios amigos para que me ayudaran a cancelar lo que a A.M.C quedaba por pagar. Junté lo necesario. Al día siguiente fui nuevamente a la caja y cerré definitivamente el compromiso.
Consulto en Google por “anemia”: “Esta enfermedad consiste en la disminución de glóbulos rojos circulando por el organismo, lo cual puede afectar el rendimiento físico y cognitivo de una persona, debilitando al paciente, con una sensación de fatiga constante. Según los expertos, hay varios tipos de deficiencias nutricionales que podrían acarrear anemia. La primera, y la más conocida, es la que se da cuando no se consumen las cantidades necesarias de hierro. La segunda aparece cuando el organismo no recibe buenas proporciones de la vitamina B12 y la última, cuando el paciente no ha sido consumidor habitual de alimentos ricos en ácido fólico”. Es decir, sí, la anemia tiene que ver con el hambre.
Efectivamente A.M.C. el año 2009 contrajo un “Crédito social en pesos”. Debía pagarlo en 84 cuotas. Había pagado a la fecha $ 796,960. Le quedaba por pagar $ 148,106. En total habría debido pagar $ 945,066 el 2016. Se dirá que hay que considerar la inflación. ¿Pero cómo puede ser que una ley de la República permita a una caja de compensación que una anciana enferma y pobre se endeude de esta manera y termine pagando tres veces lo que se le prestó? ¡Tres veces! ¿No debiera en cambio el Estado de Chile proteger a los ciudadanos más vulnerables?
Años atrás siendo capellán de la Toma de Peñalolén se me acercó otra integrante de nuestra comunidad y me dijo: “Padre, di su nombre”. Le pregunté para qué. Me respondió: “Saqué una tarjeta”. Seguramente un vendedor avispado creyó hacer más vendible la tarjeta de consumo si M.C., analfabeta, pensaba que dando mi nombre la cosa era más seria. El vendedor ese nunca supo que días antes esta misma Sra. había querido suicidarse. Sus niños pequeños le gritaban: “queremos leche”.
¿Hay hambre en Chile? Sí. ¿Se combaten las injusticias en Chile? A veces.
El colmo de mi sorpresa es que la cobranza de deudas como la de A.M.C las realiza el Ministerio del Trabajo. Ella tiene la pensión que el Estado da a los ancianos. De los $ 89,000 de su pensión, el Ministerio se encarga de descontar mensualmente unos doce mil pesos.
¿Hay alguna institución que fiscalice estas situaciones? Me dicen que le corresponde a la Superintendencia de Seguridad Social. ¿Quién lo está haciendo peor? ¿La Superintendencia? ¿El Ministerio? ¿La caja de compensación…?