La Virgen de los detenidos-desaparecidos

Se culpa al Ministerio de las Culturas de patrocinar la exhibición de una imagen de María que la humilla gravemente. Es verdaderamente chocante. Según Mauricio Toro Goya, el autor, no se trata de la Virgen, sino de una santa que él inventó y que no tiene nada que ver con la Iglesia católica.
Para quienes no hemos visitado la exposición en el Museo de La Serena, y solo nos hemos informado por El Mercurio, se trata de la Virgen. Es cosa de ver la foto. La explicación del autor no es clara. Se entiende la indignación de la presidencia de la Cofradía Nacional del Carmen. Dice Mauricio Toro que la venda de los ojos de la santa alude “falta de justicia” para con los detenidos desaparecidos. Lo que no se entiende es si la santa es ciega a los problemas de justicia o es la representante de las personas que buscaron justicia y no la hallaron. Otra información importante. En su manto aparecen las fotos de personas que aún son buscadas. ¿Ratifica este dato que la santa clama por justicia para las víctimas?
Pido a los fieles católicos un momento de atención.
La interpretación de una expresión artística es compleja. Se puede dar incluso un conflicto de interpretaciones. Una puede ser la intención del autor. En este caso la explicación dada por Toro. Vemos que es poco clara. Otro momento de la interpretación corresponde a la de la imagen misma. ¿Hasta dónde da para que unos digan esto o aquello de ella? Un obispo cree que se representa a María como indiferente a los crímenes de la dictadura. Pero también las madres y esposas de los detenidos desaparecidos podrían decir que ella es su diputada: con los ojos vendados la Virgen no logra encontrar a sus hijos. ¿O alguien puede excluir que estas madres hayan rezado a María más de una vez para recuperar a sus seres queridos?
Como es de ver, la interpretación no es fácil por el contexto en que se realiza la exposición. Estamos en Chile. Si fuera en un museo de Pekín nadie se quejaría. En Chile con la Virgen no se juega. Pero, por otra parte, María misma ha sido asociada por los chilenos con actos o gestas violentas. A ella el país le debe la Independencia. En la batalla de Maipú murieron unos 1.500 soldados de la Corona española. ¿Deben adjudicarse a la Virgen estas bajas? O’Higgins hizo un voto. La Virgen, según la patria, cumplió. Allí está el Templo.
Hace algunos años se dio el caso de las Apariciones de la Virgen de Villa Alemana. El obispado de Valparaíso ordenó al padre Jaime Fernández Montero que hiciera una investigación. La conclusión del sacerdote, expresada a El Mercurio de la región, fue esta: “El Gobierno (militar) armó todo esto, porque los obispos habían comenzado a reclamar por los atentados contra de los derechos humanos, como torturas y desapariciones”.
Años después, el 7 de septiembre de 1987, el general Pinochet dijo: “La Virgen me salvó”. El atentado en su contra falló. El proyectil lanzado contra la ventana del vehículo no explotó. Quedó el vidrio astillado. En este vieron algunos a María. Augusto Pinochet y muchos de sus simpatizantes atribuyeron a ella el milagro. Horas después del atentado, en la madrugada del día 8, el gobierno asesinó a Felipe Rivera, Gastón Vidaurrázaga, Abraham Musklabit y José Carrasco.
En la iconografía cristiana numerosas veces se representa a la Virgen ejerciendo violencia contra Satanás. No contra una persona, sino contra el mal. María clava una lanza al demonio, lo decapita con una espada o le pega con un palo. Otras veces aparece pisándole la cabeza a una serpiente. Este también es un ícono violento, también se ejecuta contra el Demonio. Nadie puede decir que con estas imágenes los pintores y escultores hayan avalado la violencia.
El criterio bíblico para llegar a esta conclusión es fundamental. En el Nuevo Testamento, la Virgen engrandece a Dios. Durante su visita a Isabel, la madre del Bautista, proclama: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava (…). Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 46-55). Póngase atención: la Virgen toma partido en favor de las víctimas de la violencia de los poderosos. Debe recordarse también que ella nunca abandonó a Jesús, su hijo ajusticiado injustamente. Stabat Mater al pie de la cruz.
Un tercer momento de la interpretación de una expresión artística corresponde a la intención del intérprete, en este caso yo: ¿qué pretendo con esta columna? Solicito que la imagen de la Virgen sea llevada al Museo de la Memoria. Désele un lugar de honor. De lo contrario la meterán en una bodega. Si llegara a ser el caso, le pido al bodeguero que imprima esta columna, la doble en dos, la meta en una manga del vestido de María y le diga que se la dedico. Dígale así. Ella me conoce.

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