JESÚS EDUCADOR
1.- Jesús no es un educador como nuestros educadores
• Y, en consecuencia, nuestros educadores no pueden pretender serlo como lo fue.
(1) Jesús elige a sus discípulos…// los profesores no eligen a los alumnos.
(2) Jesús forma un grupo… / a los profesores les asignan un curso
(3) Jesús establece una relación personal, íntima y permanente con sus discípulos // a los profesores no les corresponde hacer, salvo en algunos casos; pero, de hecho, con dificultad deben aprenderse los nombres de sus alumnos.
(4) Jesús no enseñó nuestras disciplinas (matemáticas, castellano, biologías…), sino asuntos mucho más vitales // a los profesores no se les pide normalmente que entren en asunto vitales y, por el contrario, tienen que tratar materias áridas de asimilar.
(5) Jesús no enseña a niños sino a adultos // no podemos tomar sus palabras tal cuales y aplicarlas a nuestro auditorio.
(6) Jesús llama a una conversión del corazón // de los profesores no se pueden esperar este tipo de llamados. Sería muy raro que los hicieran con olvido de la disciplina que deben enseñar.
(7) Jesús, además de maestro, es profeta e Hijo de Dios // algún profeta puede darse entre los profesores, pero sería muy raro que alguien pretendiera que lo traten como Hijo de Dios.
2.- Sin embargo, hay puntos de contacto entre Jesús y los profesores
(1) Jesús predica el reino de Dios
• Los profesores puede aludir a una realidad que hace trascendente el aprendizaje de la disciplina que imparte.
• El profesor debe formar personas más que “especialistas”. Hurtado: “Hay una profesión vacante: ser hombres”.
(2) Jesús se preocupa de darse a entender a los que tienen dificultad para comprenderle. Por eso enseña en parábolas
• Los profesores deben hacer un esfuerzo por comunicarse.
• Deben también hacer una “opción por los pobres”
(3) A Jesús le mueve la pasión por el Padre y por el reino de Dios
• A los profesores les ha de mover la pasión por entregar lo mejor de ellos mismos
• Pueden desear apasionadamente que sus alumnos comprendan y, sobre todo, lleguen a ser personas de bien.
(4) Jesús ama personalmente a cada uno de sus discípulos.
• Es fundamental que los profesores quieran a sus alumnos. Un alumno que siente que su profesor no lo quiere, tendrá dificultad para aprender la disciplina que este le enseña. Por el contrario, muchas de las vocaciones intelectuales son desarrolladas por profesores que supieron preocuparse por sus alumnos de un modo especial.
• Se podría preguntar a los alumnos por qué les gusta o no tal o cual materia. No sería raro que les gustaran las matemáticas si el/la profesora lo estimula.
(5) Jesús es creativo. Enseña con parábolas y ejemplos novedosos.
• Los profesores deben inventar sus propias técnicas de enseñanza y aprendizaje.
(6) Jesús establece una relación de autoridad y cercanía con sus discípulos. Esto genera libertad en las personas.
• Los profesores pueden formar personas “libres”: capaces de probar e equivocarse, de no dejarse llevar por aplausos ni por temores, personas que no dependen infantilmente de otros.
• Personas responsables
(7) Jesús educa para el discernimiento. Enseña a elegir.
• Los profesores deben transmitir una cultura y, al mismo tiempo, estimular en sus alumnos la capacidad de pensar por sí mismos y de tomar decisiones.
(8) Jesús enseña para la “cruz”, enseña a obedecer a Dios aunque cueste la vida.
• Los profesores deben educar para los “límites”
• Deben educar para “elegir”, para “elegirse” y para “ser elegidos”.
• Se podría decir que deben educar para sacrificarse por una motivación.
(9) Jesús despierta en sus discípulos el contacto consigo mismo (con la propia verdad, con las propias emociones).
• Los profesores pueden enseñar a sus alumnos a conocer sus capacidades, a descubrirlas y a desarrollarlas.
Deben enseñarles que son personas distintas de las demás (que no son rebaño). Que son personas únicas e irrepetibles; que de cada persona se espera algo original.
(10)Jesús responde a los anhelos más profundos de sus discípulos.
* Los profesores deben saber que sus alumnos tienen puestos los ojos en ellos. Sus alumnos esperan de ellos algo que no encuentran en otra parte: conocimiento, reconocimiento, cariño, etc.
Alberto Hurtado:
Hurtado concibe el estudio como una actividad espiritual. La teología constituye una etapa clave de la formación del sacerdote. Y el secreto de esta consiste en un conocimiento personal de Dios que se traduzca en un conocimiento de la propia persona del estudiante. Con suma inspiración afirma: «la formación debe llevar a cada uno a descubrir en sí aquel núcleo creador característico suyo, y a ponerlo en contacto con la chispa eterna» (75). Por el contrario, sigue, «el que no ha descubierto su principio creador podrá adquirir cultura, podrá asimilar ciencia, pero no podrá modelarse él mismo orgánica y armónicamente» (76).