La obligación de vivir (en la cárcel)

Volvió el frío. Se duerme en la calle a cero grado. ¿Es un derecho la vida? Antes que un derecho, es una obligación. Es obligatorio vivir. Me explico.

Se trata de una obligación pre-ética. A nadie puede hacérsele responsable de vivir. Nuestro estómago manda comer. Nuestros pulmones, respirar. Hasta la última gota de nuestra sangre demanda al corazón poder circular. Nadie es culpable de vivir antes de poder hacerse responsable de decidir qué hacer con la existencia que recibió, con la vitalidad que le apremia a vivir. La ética recién comienza cuando un ser humano goza de libertad. Antes de esto, es fundamentalmente inocente.

¿Es culpable quien muere de frío en la calle? Y un niño que nace en la cárcel, ¿es responsable de este estigma? De mayor, preferirá evitar que se sepa. Así, podrá sobrevivir en una sociedad que lo culpará de por vida. Este y aquel son inocentes. Lo serán incluso si roban para comer. No puede serles imputable. ¿A partir de qué momento robar es un pecado?

La sociedad dirá que merecen una pena. Los neutralizarán entre rejas y sin calefacción. Si mueren de frío, allá ellos.

No se les dirá, pero se lo pensará o, inconscientemente, se justificará cualquier sentencia de los tribunales menos la que los favorezca. Los jueces son presionados por los medios. ¿Y los parlamentarios? Estos tienen otras prioridades para postergar la ley que facilite su inserción social como ciudadanos de primera y no de última categoría.

Así, volverán a delinquir. Por mi parte, espero que roben para sobrevivir. Así cumplirán con su obligación de vivir, diría Santo Tomás.

Nuestros parlamentarios hacen gárgaras con los derechos humanos, pero no reparan en que en esas cárceles hay personas, niños que nacen y son criados en prisión, contraviniéndose la Constitución de la República; y que, en vez de enclaustrar a mujeres madres o embarazadas, debieran legislar para que estas cuiden mejor a niños(as) que, así como van las cosas, se convertirán en delincuentes dentro de poco o terminarán durmiendo a cielo raso tapados con frazadas. ¡Total, son indigentes!, quizás piensen algunos honorables de la Cámara o el Senado.

A los reclusos(as) se les obliga a heredar la culpa, como si fuera poco heredar la miseria.

Los honorables de izquierda son los principales responsables de esta situación porque ellos enarbolan la bandera de la representación de los oprimidos. De los de derecha, en cambio, ¿qué se puede esperar? La mayoría se dice cristiana, pero se ha mimetizado con una sociedad dominada por los todopoderosos y por una clase media que aspira a ser rica.

¿Qué es ser cristiano?

Da lo mismo. De hecho, da lo mismo. Es cosa de ver a los cristianos ante el televisor lamentando tanto asalto. En vez, podrían interesarse en sacar la más gente posible de las cárceles y allanar una inserción digna y benéfica en la sociedad.

¿Son cristianos quienes piensan que hay que construir más cárceles? Seguramente sí. El cristianismo en Chile es un concepto vacío. La prueba está a la vista. Esta sociedad todavía hace gárgaras de cristianismo, aunque no tiene idea de las prioridades de Jesús.

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