Chispazo crístico

Navidad: Jesús, ¿de nuevo o de vuelta?

“De nuevo” tiene algo de repetitivo. Es como si nos tocara otra vez más el mismo tema. Quizás por esto el Viejo Pascuero le ha ganado protagonismo a Jesús. El Pascuero al menos trae regalos inesperados.

Luminarias, luces que se encienden y apagan. Feliz pascua. Pascua feliz para todos.

¿Han oído hablar de los chispazos crísticos? Son como los cometas, las noches sin luna. La luna no deja verlos. Apaga también las estrellas. La Navidad oculta a Cristo.

¿Cómo es un chispazo crístico? Son sumamente originales, únicos para cada persona. Los de unas personas son parecidos a los de los demás, pero no son iguales. Son sorpresivos, fugaces. Parecen destellos mínimos de la imaginación, pero dejan huella en el alma, flash de celulares.

Vivimos tiempos de contaminación lumínica. Todo, o casi, funciona con electricidad. Semáforos, pantallas, matazancudos.  Saturación visual hasta el enceguecimiento. Mariposas que rodean ampolletas.

La Navidad conspira contra Jesús. Algunos pesebres recuerdan al Cristo humilde, luz de las naciones. Algunos, muy pocos. Cristo es como un meteorito en los tranquilos cielos del campo. La Navidad es pura agitación. Velocidad y luz. Luz hasta el cansancio.

¿Conoces el campo? ¿Recuerdas una noche, noche? ¿No?

Es que no conoces la luz verdadera. Cristo. Un rayo en la oscuridad, un latigazo en el corazón. Electrifica. Quienes han salido vivos del infarto que provoca Jesús se han vuelto adictos a un amor que no es de este mundo. Nunca más fueron los mismos.

¿Cómo es Cristo? No lo sé del todo, pues siempre se me escapa. Lo sé para mí, pero no para ti. Si te interesa, arranca de la Navidad. Búscalo en otra parte. Lo hallarás en las sombras, no en la ciudad, jamás en un árbol de pascua. Sí sé que, si se trata de Jesús, raja el cielo de lado a lado para calentar la noche de los desesperados, lo raya como con tiza.

¿Esperas algo? El chispazo crístico se anhela, aunque puede que nunca llegue. Regresa para los que están atentos, para los demás no. Vuelve, pero nunca el mismo. Te enciende, te cambia, te mejora. Pero cuidado con esperarlo para Navidad. Regresa impredeciblemente cualquier día del año a horas indeterminadas. Déjale la Navidad al Viejo Pascuero, entra en su juego, regala al que te regala, pero distingue lo fundamental de lo secundario.

Quien está por venir se parece más a los pobres, huele a ovejas, pero no se puede descartar que se te aparezca en un rico. ¿Por qué no? ¿Y si un rico cambia y cree? No hay nada imposible para Dios, dijo la Virgen cuando el ángel Gabriel le anunció que sería la madre el Mesías.

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