No se trata solo de cambiar una constitución. Está en juego la re-constitución del país que una nueva constitución pueda hacer viable. El futuro ha quedado entregado a la creatividad. Es la hora de una creación.
Recurrimos a los artistas. Le preguntaron a un músico: “Es una visión. Sí, una visión más que una audición”, responde. Para una escultora es un espejo, la piedra que espeja su alma. Algo parecido a un dolor duro que taladrar. Un pintor pide una brocha gorda, no necesita más. Pan, agua y una brocha gorda. Pero estaría dispuesto a pintar con los dedos si le pagaran la pintura. La escritora Isabel Margarita opina: “Es cuestión de pasión, del triunfo del tesón sobre los sentimientos”. Sin que nadie le pregunte, responde el Tony Caluga que pasa por allí: “nunca estás seguro de que el venerable pública vaya a reírse”.
Cualquier obra de arte es dueña de sí misma, utiliza a los artistas y los desecha. Algo así tenemos por delante. El victoria del Apruebo cierra un ciclo escalofriante. Comienza otro auspicioso, pero inseguro. Razones para el optimismo no faltan, pero el futuro depende de la esperanza más que de las meras posibilidades de su realización. La esperanza lucha contra lo que parece imposible. El optimismo, en cambio, es conservador. Calcula. Chile, el Chile que será, no comenzará de cero, habrá que heredarlo y preverlo. Pero la originalidad de su regeneración es cuestión del combate que la esperanza reclama. A un nuevo país, una nueva constitución. Los integrantes de la Comisión constituyente tendrán que conjugar lo posible con lo imposible.
Gary Medel, artista en la marca, exhorta a sus compañeros en el camarín: possunt quia posse videntur. Les traduce: “Pueden, porque les parecen que pueden”.
Bromeo. No bromeo. Hay en juego algo realmente nuevo. Dudo que en doscientos años de historia el país se encuentre ante un giro más hermoso. La gesta de la Independencia marcó una gran diferencia. También el golpe de Estado hizo girar el país sobre su eje. ¿Fue este un tiempo de des-creación? Muchos creyeron de buena fe que no lo fue. La mayoría, en cambio, lo experimentó como la ruina de la civilización. La tarea en tabla, a partir del 25 de octubre, es inédita. Nadie podrá obligar a dialogar a las víctimas de la injusticia. Habrá que pedirles respetuosamente que lo hagan.
En el sendero que se ha abierto –senda en que converge la protesta ciudadana y la sensatez de los políticos- habrá conflictos. Las tres comunas en rojo (Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea) que votaron mayoritariamente Rechazo son una foto de un conflicto cultural, social, económico y político grave, tapado hasta ahora, aunque entrevisto. Nadie debiera avivar una lucha de clases. No más, por favor. Pero los causantes de las injusticias contra las cuales el país reclama, al menos tendrían que darse cuenta de un error en la percepción. Por otra parte, también se votó Apruebo en esas comunas. No faltaron allí votos empáticos con el sentir ultramayoritario de los connacionales. Sea lo que sea, el camino por recorrer es cosa de mayorías y minorías.
La mayor de las injusticias tiene un rostro indígena. ¿Cuántos de nosotros sabíamos que todavía quedaban pueblos colla, ona, selk’nam, kaweskar y chango? ¿Son un mismo pueblo el diaguita y el atacameño? Me han dicho que hay una diferencia entre los chango y los chono. Es seguro que se me olvida alguna etnia. ¿Queda alguien yagan? Los textos de Historia de Chile con que estudié decían que estos pueblos se extinguieron. Me engañaron: resistían. Entonces, se hará necesario botar esos textos al basurero, y probablemente muchos más, y redactar otros nuevos. Convendría, por ejemplo, revisar qué libros se hace leer a nuestros jóvenes. Me permito citar uno que me ha maravillado: Elisa García Mingo (coord..), Zomo newen. Relatos de vida de mujeres mapuche en su lucha por los derechos indígenas, Lom, Santiago, 2017.
Necesitaremos mucha buena voluntad. Sin amor no llegaremos lejos. En este plebiscito ganaron el Apruebo y el Rechazo. Ganó la convivencia civilizada, el militar cuidando la urna. La cultura cívica le pegó un combo bien pegado al individualismo. Pero ojo, no lo derribó. Quedan catorce rounds. Sepamos que, además, este tiempo será una fiesta para los trolls. A los intelectuales troll bastará con identificarlos, pero no gastemos un minuto en polemizar con ellos.
La democracia supone un amor ciudadano que ella misma debe regar día por medio. No es cuestión solo de redactar un texto constitucional. Necesitaremos diálogo, discusión, estudio, mucho estudio, respeto infinito por los adversarios y sus ideas. No se podrá vencerlos sin convencerlos. Se destaparán todas las ollas. Nos daremos más de un arañazo. Es inevitable. Ojalá que las descalificaciones sean pocas.
Se ha abierto un tiempo de creación. Esperemos que el poeta que los chilenos llevamos dentro predomine sobre el miedo a los cambios y la mezquindad.