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Fe en un hombre crucificado

¿Por qué un teólogo pregunta a los filósofos?

Los cristianos creemos que Jesús resucitó. Pero esta afirmación sería completamente desorbitada o simplemente divertida, si no nos preguntáramos qué puede significar creer en un crucificado. Sería desorbitada, porque nos confronta con la necesidad de explicar en qué sentido un ser humano puede resucitar. Sería divertida, por ser fabulosa, como son las fábulas para niños.

 Pero podría tratarse de algo muy serio, en el caso que creer en un resucitado pudiera afectar y cambiar nuestra vida, la de los demás y la de la sociedad en su conjunto. Porque si se trata de “fe”, y no de un supuesto conocimiento, estamos hablando de una convicción personal que orienta o norma la vida. Y la vida, sabemos, puede hacerse en las direcciones más raras, para bien y para mal, propio y ajeno.

 Como teólogo pregunto a los filósofos, porque creo que Jesús, “el hombre crucificado”, representante de todos los “hombres crucificados”, es el Hijo del Creador del universo. Le pregunto en primer lugar al Creador del universo por qué lo crucificaron. El Creador me responde fundamentalmente a través de la praxis de los cristianos: la Iglesia cree en el crucificado y trata de practicar lo que él practicó. Los cristianos viven como si él hubiera triunfado, es decir, como si su praxis tuviera un valor eterno. Pero, en segundo lugar, el Creador también me responde por medio de los filósofos, porque la humanidad, en el sentido amplio del género humano histórico, no cree tan fácilmente que un crucificado sea para ella una “buena noticia”. El filósofo no menos que el teólogo, es guardián de la humanidad. El caso es que también el cristianismo merece ser vigilado. Una cosa es el Misterio de Cristo y otra su configuración histórica. Esta, a veces, ha andado muy lejos de Cristo. El cristianismo es una religión de difícil de comprender y de vivir. El mismo cuidado de la humanidad exige desentrañar su peculiaridad. Pues de lo contrario, nuestro amor por la cruz nos puede hacer mal. Los cristianos, de hecho, especialmente en el Occidente cristiano, hemos sido expansivos y, con la cruz en alto, hemos crucificado a muchos inocentes.

 Pregunto a los filósofos porque ellos, autorizados ante mí por la razón que el Creador les dio para pensar, y pensar a favor de todos los hombres sin exclusión, podrían controlar una posible orientación desorbitada o divertida de la fe en un Cristo resucitado. Controlarla, hasta donde sea posible hablar del acontecimiento mayor de la historia, el misterio pascual, cuyo significado último se revelará al fin de los tiempos. Pero, sobre todo, los filósofos pueden controlar una orientación ideológica, malsana y macabra del cristianismo. Pregunto a los filósofos porque ellos, autorizados ante mí por el Creador de la razón humana, no como creyentes, pueden tal vez decirnos qué no puede de ninguna manera significar que un hombre “resucite” o que un “crucificado” tenga un valor sagrado.

 Hago una distinción que no podemos pasar por alto. Lo más punzante no es qué pueda significar la muerte de un hombre. Este asunto ciertamente tiene valor tanto para los filósofos como para los teólogos. Se trata de una pregunta clave para cualquier antropología. Mi pregunta a los filósofos es por el significado de la crucifixión de un hombre, de un hombre como fue Jesús, lo cual implica la pregunta por la muerte de cualquier ser humano, pero va todavía más lejos, ya que en el caso de un crucificado hablamos de un hombre asesinado cruelmente por otros hombres. Esto agrega una nota de dramaticidad que obliga a pensar en un fracaso todavía mayor. La muerte es un fracaso, así parece, al menos en muchos casos. Pero la muerte por crucifixión tiene visos de tratarse del fracaso por excelencia, fracaso para asesinados y asesinos. Vistas las cosas desde la eternidad, la resurrección que esperan los creyentes no sería una especie de revivificación de un cadáver, si no de algo que tiene que ver con una persona determinada y un proyecto determinado, el reino de Dios, que es asesinada por personas que tuvieron motivaciones determinadas.

 Como teólogo necesito preguntar a los filósofos sobre la maldad. La fe sirve a los creyentes para afrontar la maldad, pero poco para explicarla. ¿Pueden los filósofos decirnos algo acerca de la maldad? Probablemente teólogos y filósofos encontremos dificultades muy semejantes para hablar de algo así. Desde el campo teológico alguien nos dirá que ella constituye un mal inescrutable. Una respuesta así, sin embargo, es insatisfactoria. Hay, por cierto, un mysterium iniquitatis, pero a veces deja huellas visibles. Creo y pienso, que debemos  seguir estas huellas. No hay que perder la esperanza de atacar las consecuencias en sus causas. En el siglo XX, por ejemplo, llegamos a saber que la pobreza no solo era un mal, sino también una maldad. Hasta ahora no faltarán quienes piensen que la pobreza sea una fatalidad, pero a partir del siglo pasado sabemos que ella se debe a una injusticia social. El teólogo, que lleva dentro de sí a un filósofo, debe preguntar acerca de la naturaleza de la maldad, y, en definitiva de la cruz, porque de lo contrario sería imposible entender de qué se trata eso que llamamos “salvación” y que, según creemos, comienza con la resurrección. El filósofo, el sociólogo, el psicólogo, los cientistas sociales en general, ayudan al teólogo a distinguir entre mal y maldad y, en la medida que lo hacen, lo capacitan para hablar de la “salvación” de un modo relevante. Si el teólogo, por su parte, no atiende estas voces peca contra su propio oficio. Su pecado sería algo así como creer en el Salvador, pero no en el Creador, el Dios que sustenta el esfuerzo de la razón y el desarrollo de las ciencias.

 El teólogo pregunta a los filósofos sobre el sentido de la cruz porque, en última instancia, necesita comprender la resurrección. La resurrección de Cristo revela el sentido de la historia. Esta misma resurrección los cristianos la comprobamos como real en nosotros mismos, toda vez que confesamos haber sido “salvados”. Nuestros hermanos evangélicos tienen mucho que enseñarnos a los católicos en esta materia. Tantos de ellos vivieron crucificados por esto o aquello, conocieron a Jesús, y el crucificado “los resucitó”. El teólogo pregunta al filósofo, en definitiva, por la resurrección. El filósofo puede precaver a los creyentes de discursos sobre el más allá que en vez de ayudarles a encontrar a Cristo en la cruz, solo sirven para “sacralizar” y “eternizar” el sufrimiento de las víctimas, o para vivir como virtud aquello que merece indignación y rebelión.

 Con la ayuda de su propia “razón” el teólogo debiera adentrarse en comprender la cruz, sin lo cual no podrá desarrollar discurso sensato alguno sobre la salvación. Con la ayuda de los filósofos, el teólogo puede sortear las innumerables maneras de engañarse a sí mismo, confundiendo opiniones y saberes piadosos, con los datos de la fe auténtica.

 Por estas razones yo como teólogo pregunto a los filósofos. Ya habrá ocasión para escuchar sus respuestas. Por ahora, queremos oír a los filósofos, así simplemente. ¿Cómo ven ustedes que haya gente que crea en un hombre crucificado? Les dejo la palabra.

Encuentro con Cristo II (Aparecida)

EL “ENCUENTRO CON CRISTO”. LA CLAVE CRISTOLÓGICA DE APARECIDA

1.- Contexto de elaboración del documento

– Debilitamiento del catolicismo latinoamericano

– Los diagnósticos coinciden: el catolicismo se debilita. Lo detectaba el Documento de Participación preparatorio de la Conferencia y documentos regionales que reaccionaron a este. Lo subraya con fuerza la Síntesis que reúne el parecer de todas las iglesias.

– En el presente concreto de América Latina, el mandato de Aparecida a misionar dice relación con una percepción de desgaste del catolicismo latinoamericano.
o La fe cristiana ha penetrado la cultura del continente.
o El cristianismo ofrece una religiosidad que alimenta la vida de nuestros pueblos.
o Los católicos siguen siendo una inmensa mayoría.
– Pero algo está cambiando. El Papa Benedicto dijo al inicio de la Conferencia: Se percibe (…) un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas (nº 2).

– La constatación de esta especie de fatiga, en principio amenazante para la cultura del continente y el futuro de la Iglesia Católica en el mundo, merece ser discernida. Si efectivamente Dios actúa en la historia, y Dios es trascendente al catolicismo, los cambios pueden abrir nuevas posibilidades.

– Globalización

– Este fenómeno se inscribe en uno mayor, el de la globalización, y se debe a él en buena medida.
– La interacción recíproca entre los más diversos modos de ser hombre, a una velocidad impresionante y a través de medios nunca imaginados sorprende, espanta y remueve los cimientos de la identidad colectiva y personal hasta lo más profundo.
– La pobreza y la injusticia endémicas de América Latina son barajadas en nuevos registros.
– La religiosidad experimenta mutaciones importantes.
– La Iglesia Católica evangeliza en un proceso de acelerada desevangelización: desinterés por los sacramentos (caen el bautismo y el matrimonio; la reconciliación tiende a desaparecer; no hay sacerdotes suficientes para celebrar la eucaristía; el orden sacerdotal se mira con sospecha); secularismo, hedonismo, indiferentismo, proselitismo, de los que habla el Papa, socavan el sustrato católico de la cultura; pérdida de autoridad de los pastores a causa de un clericalismo que no se soporta o de enseñanzas que son percibidas como irracionales; éxodo de fieles a iglesias pentecostales, absorción de nuevas ideas religiosas y ambiente de “cisma emocional”.

– El Documento de Aparecida, a propósito del desgate del catolicismo, sostiene que, en la sociedad del conocimiento, en tiempos de globalización, las personas necesitan mucho más información para funcionar, pero a la vez sufren la fragmentación de la información política, económica, científica, etc., resultándoles muy difícil unir tanta información y no frustrarse.
o El discernimiento de este “signo de los tiempos” se apoya firme en las ciencias sociales, pero no se reduce a ellas.
o El texto recuerda que Dios debe seguir constituyendo el fundamento de la unidad de la vida humana.
o Pero el problema es hoy aún mayor.
– En la medida que la transmisión de la fe de una generación a otra es alterada por estos fenómenos, el catolicismo latinoamericano tradicional ha comenzado a diluirse.
– Y, aunque el Documento no lo diga, las autoridades de la Iglesia en una sociedad pluralista y democrática no logran representar la unidad que, en nombre de Dios, están llamadas a fomentar.
o La misma institución eclesial tiende a ser desplazada de la arena pública.
o Sus noticias no son noticia.
o Una sociedad que funciona en otros registros parece no necesitar de una autoridad superior que la unifique.

2.- Propuesta de un “encuentro con Cristo”

– Aparecida nos manda a misionar.
o Debemos plantearnos seriamente cómo nos convertiremos en misioneros.
o Si Dios ha hablado, la Iglesia latinoamericana entera tendrá que renunciar a su complacencia, revisar las modalidades pastorales que impiden la acogida del Evangelio y crear otras nuevas que lo hagan posible.

– La convicción básica de la Conferencia es que no se puede ser misionero si no se es discípulo y, por otra parte, que ningún discípulo puede eximirse de la misión, porque el mandato de anunciar a Jesucristo a todas las naciones está inscrito en su bautismo (Mt 28, 19).

– La novedad de este planteamiento estriba en que, en las actuales circunstancias, el discípulo-misionero o el misionero-discípulo, no podrá ser tal si no tiene un encuentro personal y comunitario con Jesucristo (11).
o Ya lo decía documento Síntesis: “La alternativa crucial es ésta: o nuestra tradición católica y nuestras opciones personales por el Señor arraigan más profundamente en el corazón de las personas y de los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante, como encuentro vivificante y transformador con Cristo, y se manifiesta como novedad de vida en todas las dimensiones de la existencia personal y la convivencia social, o corre el riesgo de seguir dilapidándose, empobreciéndose y diluyéndose en vastos sectores de la población, lo que sería una pérdida dramática para el bien de nuestros pueblos y para toda la catolicidad” (DS nº 15).
o Sin un encuentro vivificante con Cristo, la fe cristiana corre el riesgo de seguir erosionándose y diluyéndose de manera creciente en diversos sectores de la población (DC 13).

– Años atrás Karl Rahner, teólogo importante del Concilio Vaticano II, había afirmado: “el cristiano del siglo XXI será místico o no será cristiano”.
o Lo que ha valido para el catolicismo ilustrado occidental, vale también para nuestro continente.
§ La tradición cultural cristiana que ha marcado a fuego nuestra identidad, no basta a sujetos que creen poder elegirlo todo.
§ Si estos no eligen a Jesús como el único Señor al que vale la pena consagrarle la vida, difícilmente aceptarán que la Iglesia los elija a ellos como discípulos de Cristo y encauce sus vidas para lograrlo.

– La expresión “encuentro” para referirse a la experiencia espiritual es especialmente rica.
o El encuentro con Dios en uno como nosotros, el hombre Jesús y nuestro hermano, en quien se generan relaciones comunitarias simétricas y fraternas, constituye un modo muy feliz de hablar de la experiencia cristiana de Dios.
§ La experiencia de Dios como “encuentro” con Cristo tiene un anclaje antropológico que orienta aún mejor lo que Aparecida nos pide.
§ Podemos decir que “encuentro” alude a lo que puede ocurrir entre dos personas.
• Así de simple y hermoso.
• Así de complejo y peligroso.
§ Cuando el encuentro es tal que ambas personas se constituyen una a partir de la otra, se abre naturalmente a la amistad de terceras personas, constituye una comunidad y permite reconocer la comunidad que, tal vez imperceptiblemente, sostenía y posibilitaba estas relaciones.

– Para Aparecida, el “encuentro con Cristo” recuerda el llamado y la elección que hizo Jesús de sus primeros discípulos:
o Llamado a vincularse estrechamente con él, para que conocieran el misterio del reino y para que compartieran su misión de anunciar su advenimiento.
o El impacto que produjo Jesús en sus discípulos produjo en ellos una respuesta libre. El amor de Jesús por ellos los convirtió en amigos y hermanos suyos, y los impulsó a misionar.

– Esta primera experiencia de Cristo, después de la resurrección de Jesús ha abierto un acceso trinitario a Dios.
o En la experiencia cristiana de Dios el Padre tiene la iniciativa: El sale a nuestro encuentro en su Hijo y por el Espíritu.
o Cristo es el “camino, la verdad y la vida”. Jesucristo, su reino y su muerte en cruz, constituye el modelo de la vida cristiana.
o El Espíritu, por su parte, hizo que Jesús se relacionara con el Padre en la oración y el discernimiento de su voluntad.
o El Espíritu nos ha revelado que Jesús es el Hijo y que Dios es el Padre de Jesús y nuestro Padre.
o El Espíritu guía a los cristianos como “maestro interior”.

– El Documento de Aparecida indica dónde podremos encontrar a Cristo.
o En la escucha de la Palabra, en la participación en la Eucaristía, en la oración, en María, en los santos, en la religiosidad popular…
o Todo queda supeditado, sin embargo, a un encuentro que, para ser cristiano, debe ser insustituiblemente personal.
§ Puede faltar quien anuncie la Palabra, puede faltar quien celebre la Eucaristía, pero no puede faltar el encuentro con el prójimo.
§ La Palabra y la Eucaristía apuntan a un encuentro de los hombres en Cristo.
• La lectura de la Palabra tiene fuerza misionera extraordinaria.
• En torno a ella se han creado comunidades cristianas de todo tipo, en diversos sectores sociales, cuyo centro lo constituye el compartir las personas su vida.
• También la Eucaristía tiene una razón de ser misionera.
• En ella se da por excelencia la vida compartida entre hermanos en Cristo y con Cristo, que los reúne en un mismo Padre en virtud del Espíritu de amor y de comunión universal.
o Pero nada puede reemplazar el encuentro con Cristo en el prójimo, particularmente en el pobre.

– El encuentro con Cristo en el prójimo recuerda la índole eclesial de una experiencia cristiana auténtica.
o Este es precisamente el desafío ulterior.
§ No basta decir que la evangelización depende exclusivamente del “encuentro” con Cristo.
§ Es posible que a futuro se pierda la posibilidad de una experiencia de Dios en Cristo si no se realizan ajustes eclesiales mayores.
o Dicho de otra forma, sin cambios la transmisión de la fe a la siguiente generación y la proclamación misionera de Jesucristo a los que nunca han creído en él, es impensable.

– Por tanto, la atención a los “signos de los tiempos” en la que se haya la Iglesia en Aparecida, constituye una oportunidad muy favorable para preguntarle al Señor qué Iglesia facilitará, encausará y custodiará mejor aquel “encuentro” con Cristo del que depende el futuro cristiano de América Latina.

3.- El Cristo de Aparecida

El Cristo de la vida

– El Cristo que sale a nuestro encuentro y que los cristianos debe salir a buscar es, según Aparecida, el Cristo de la vida y del reino.

– El título de la V Conferencia tiene por título: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos tengan en Él vida”.
o Cuando se solicitó a Benedicto XVI la celebración de esta conferencia el mismo Papa añadió el “en Él”.
o Con este añadido entendemos que no se trata de la vida sin más, sino de la vida que es Cristo y que Cristo comunica a sus discípulos.

– Es así que la vida de Cristo que Aparecida resalta es sobre todo la vida eterna.
o Jesús es la puerta de la vida.
o Jesús comparte con nosotros la vida que él comparte con su Padre en el Espíritu, consistente en el amor.
o Así Jesús, el primer evangelizador, constituye él mismo el Evangelio de la vida divina que el Padre quiere comunicarnos.
o Los cristianos acceden a esta vida eterna por medio de la eucaristía.
– Esta vida eterna que Jesús mismo es, prospera en el mundo como salvación de situaciones inhumanas de vida, en contra del pecado y de la muerte.
o “Jesús es respuesta de vida ante el sinsentido, el subjetivismo hedonista, la despersonalización, la exclusión, las estructuras de muerte y la naturaleza amenazada” ( 124-128).
o Cristo en cuanto vida eterna no constituye ninguna evasión de este mundo.
§ Para Aparecida el reino de vida exige servir a los pobres y desarrollar estructuras sociales más justas.

– Cristo, en este sentido, es vida integral.
o El quiere nuestra felicidad.
o La vida nueva de Jesucristo toca al ser humano entero y desarrolla en plenitud la existencia human, la de todos los hombres y en todos sus aspectos.
o De aquí que sea necesaria la comunión fraterna y justa, la transformación de las relaciones sociales, para que esta vida alcance efectivamente la plenitud de Cristo

El Cristo del reino para los pobres y para todos

– El reino se hace presente en Jesús: en su persona Dios hace hijos a todas sus criaturas.
– El reino de Dios es un reino de vida que ha de anunciarse a todas las naciones.

– Aparecida recuerda que, al encarnarse, el Hijo de Dios nace en un pesebre, asumiendo una condición humilde y pobre.
o Desde entonces Jesús es “pobre como ellos y excluido entre ellos”.

– La V Conferencia confirma la índole cristológica de la opción por los pobres.
o En tres oportunidades el Documento detalla in extenso cuáles son hoy los rostros latinoamericanos que merecen una atención especial (65, 402, 407-430).
§ Estos son los rostros de Cristo.
§ Un cristiano no puede eludirlos.
o Afirma el texto: El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por ellos (257).
o Los pobres remiten a Cristo, porque es Cristo que se identifica con ellos: todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo (393).

– Según Aparecida hay muchas maneras de ser pobre en América Latina.
o La importancia dada a los innumerables rostros de pobres corre en paralelo a la convicción de Aparecida –presente de punta a cabo en el Documento- acerca del carácter “no-optable” de la “opción”.
o No hay cristianismo que pueda esquivar la mirada del Cristo pobre porque es precisamente esta la primera mirada que debiera captar nuestra atención.

– El sello misionero último del encuentro con Cristo lo pone el encuentro con el hombre despojado y abandonado en el camino.
o Pues ocurre que, de hecho, la escucha de la Palabra y con mayor razón la participación en la Eucaristía no están a la mano de tantos bautizados latinoamericanos.
§ La Iglesia no tiene capacidad pastoral para atender tantas necesidades.
o Y, por otra parte, ella queda atrapada en las decisiones que ha tomado para custodiar ese encuentro con Cristo.
§ La misa incluye y excluye.
o La indicación de Aparecida de encontrar el rostro de Cristo en el rostro del pobre, libera a la Eucaristía de convertirse en una reunión de privilegiados.
– El amor a los pobres salva a la Iglesia de sus propios límites y la encamina a su misión universal.

Misión y discipulado (Aparecida)

Santuario, 1 de septiembre de 2007

1.- Aparecida
– Las otras conferencias: Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992)
– Importancia para la Iglesia latinoamericana: atención a los signos de los tiempos
– Aparecida: respuesta misionera a una situación de erosión del catolicismo tradicional. Es necesario que los católicos tengan una experiencia personal de Jesucristo y que lo anuncien (evangelización).
2.- Misión y discipulado
– El cristianismo consiste en una experiencia trinitaria de Dios: Conocemos a Dios a través de Cristo y gracias al Espíritu Santo
o En concreto lo conocemos amando a los demás como hijos de Dios que son y amándolos como Cristo los ha amado (hasta el extremo de la cruz)
o Así mismo damos testimonio que Dios es amor, pues el amor es lo más grande.
– Esto lo hemos sabido por Jesús:
o Jesús llamó discípulos para que compartieran con él y para que compartieran su misión
 Dios se nos da de un modo “personal” (en una persona humana…)
 Dios se nos da como un acontecimiento de salvación integral: como reino de Dios
o Jesús estableció con sus discípulos un vinculo de amistad y de hermandad
 El no se pone por encima de los discípulos, porque él mismo es discípulo del Padre.
 El es el maestro, pero que enseña de lo que ha aprendido y continúa aprendiendo
o Los discípulos experimentan el amor de Jesús y son enviados por Jesús a comunicar a otros esta misma experiencia, especialmente a los pobres y desamparados.

– Hoy es muy importante que nuestra respuesta a la llamada de Jesús a ser misioneros libre y consciente
o Por lo cual se requiere cultivar una amistad personal con él.
o Y compartir su destino.
 El cristianismo se juega en la calle: allí donde nos toca amar a cualquiera.
 Los sacramentos son una enorme ayuda, pues a Cristo lo encontramos en el prójimo (el pobre), pero también en la Palabra y en la Eucaristía.
– ¿A qué somos enviados?
o A lo mismo que fue enviado Jesús: a anunciar el Reino de Dios.
o Un reino de vida para todos (universalidad) y que tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida (integridad).
 Por esto la “misión” no consiste en “hablar” de Jesucristo o de la Iglesia, guiarse por una estrategia pastoral… etc. Todo esto es necesario pero no lo principal.
 La misión consiste en trasmitir a los demás la experiencia de Cristo, en contagiarles a Cristo, en dar testimonio que Cristo nos ha cambiado la vida y en hacerlo persona a persona.
o Discipulado y misión son dos caras de una misma moneda (Benedicto).
– No se puede misionar, porque no se puede ser discípulo, sin la animación del Espíritu Santo:
o Jesús tuvo que discernir el cumplimiento de su misión: oyendo la voz del Espíritu, tratando de obedecer así la voluntad de su Padre
o También nosotros debemos hacer lo mismo.

Encuentro con Cristo I (Aparecida)

EL “ENCUENTRO CON CRISTO”: CLAVE DE LA FORMACIÓN DEL DISCIPULO Y MISIONERO SEGÚN APARECIDA

Punta de Tralca, 26 diciembre de 2007´
Religiosas del Sagrado Corazón

a) Aparecida tendrá que ser reconocida como la conferencia de la “espiritualidad”. Más precisamente, la conferencia que promueve un “encuentro con Cristo”, es decir, una espiritualidad cristocéntrica.
b) Las orientaciones que la conferencia da para la “formación” de los discípulos y misioneros, se orientan a provocar o facilitar la experiencia de un “encuentro con Cristo”, a madurar en esta experiencia y a compartirla con los demás.

A. El “encuentro con Cristo”

1.- Contexto de Aparecida

– Debilitamiento del catolicismo latinoamericano

– Los diagnósticos coinciden: el catolicismo se debilita. Lo detectaba el Documento de Participación preparatorio de la Conferencia y documentos regionales que reaccionaron a este. Lo subraya con fuerza la Síntesis que reúne el parecer de todas las iglesias.

– En el presente concreto de América Latina, el mandato de Aparecida a misionar dice relación con una percepción de desgaste del catolicismo latinoamericano.
o La fe cristiana ha penetrado la cultura del continente.
o El cristianismo ofrece una religiosidad que alimenta la vida de nuestros pueblos.
o Los católicos siguen siendo una inmensa mayoría.
– Pero algo está cambiando. El Papa Benedicto dijo al inicio de la Conferencia: Se percibe (…) un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas (nº 2).

– La constatación de esta especie de fatiga, en principio amenazante para la cultura del continente y el futuro de la Iglesia Católica en el mundo, merece ser discernida. Si efectivamente Dios actúa en la historia, y Dios es trascendente al catolicismo, los cambios pueden abrir nuevas posibilidades.

– Globalización
– Este fenómeno se inscribe en uno mayor, el de la globalización, y se debe a él en buena medida.
– La interacción recíproca entre los más diversos modos de ser hombre, a una velocidad impresionante y a través de medios nunca imaginados sorprende, espanta y remueve los cimientos de la identidad colectiva y personal hasta lo más profundo.
– La pobreza y la injusticia endémicas de América Latina son barajadas en nuevos registros.
– La religiosidad experimenta mutaciones importantes.
– La Iglesia Católica evangeliza en un proceso de acelerada desevangelización: desinterés por los sacramentos (caen el bautismo y el matrimonio; la reconciliación tiende a desaparecer; no hay sacerdotes suficientes para celebrar la eucaristía; el orden sacerdotal se mira con sospecha); secularismo, hedonismo, indiferentismo, proselitismo, de los que habla el Papa, socavan el sustrato católico de la cultura; pérdida de autoridad de los pastores a causa de un clericalismo que no se soporta o de enseñanzas que son percibidas como irracionales; éxodo de fieles a iglesias pentecostales, absorción de nuevas ideas religiosas y ambiente de “cisma emocional”.

– El Documento de Aparecida, a propósito del desgate del catolicismo, sostiene que, en la sociedad del conocimiento, en tiempos de globalización, las personas necesitan mucho más información para funcionar, pero a la vez sufren la fragmentación de la información política, económica, científica, etc., resultándoles muy difícil unir tanta información y no frustrarse.
– Y, aunque el Documento no lo diga, las autoridades de la Iglesia en una sociedad pluralista y democrática no logran representar la unidad que, en nombre de Dios, están llamadas a fomentar.
o La misma institución eclesial tiende a ser desplazada de la arena pública.
o Sus noticias no son noticia.
o Una sociedad que funciona en otros registros parece no necesitar de una autoridad superior que la unifique.
– El problema mayor para la evangelización: en la medida que la transmisión de la fe de una generación a otra es alterada por estos fenómenos, el catolicismo latinoamericano tradicional ha comenzado a diluirse.

2.- Propuesta de un “encuentro con Cristo”

– Aparecida nos manda a misionar.
o Debemos plantearnos seriamente cómo nos convertiremos en misioneros.
o Si Dios ha hablado, la Iglesia latinoamericana entera tendrá que renunciar a su complacencia, revisar las modalidades pastorales que impiden la acogida del Evangelio y crear otras nuevas que lo hagan posible.

– La convicción básica de la Conferencia es que no se puede ser misionero si no se es discípulo y, por otra parte, que ningún discípulo puede eximirse de la misión, porque el mandato de anunciar a Jesucristo a todas las naciones está inscrito en su bautismo (Mt 28, 19).

– La novedad de este planteamiento estriba en que, en las actuales circunstancias, el discípulo-misionero o el misionero-discípulo, no podrá ser tal si no tiene un encuentro personal y comunitario con Jesucristo (11).
o Ya lo decía documento Síntesis: “La alternativa crucial es ésta: o nuestra tradición católica y nuestras opciones personales por el Señor arraigan más profundamente en el corazón de las personas y de los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante, como encuentro vivificante y transformador con Cristo, y se manifiesta como novedad de vida en todas las dimensiones de la existencia personal y la convivencia social, o corre el riesgo de seguir dilapidándose, empobreciéndose y diluyéndose en vastos sectores de la población, lo que sería una pérdida dramática para el bien de nuestros pueblos y para toda la catolicidad” (DS nº 15).
o Sin un encuentro vivificante con Cristo, la fe cristiana corre el riesgo de seguir erosionándose y diluyéndose de manera creciente en diversos sectores de la población (DC 13).

– Años atrás Karl Rahner, teólogo importante del Concilio Vaticano II, había afirmado: “el cristiano del siglo XXI será místico o no será cristiano”.
o Lo que ha valido para el catolicismo ilustrado occidental, vale también para nuestro continente.
§ La tradición cultural cristiana que ha marcado a fuego nuestra identidad, no basta a sujetos que creen poder elegirlo todo.
§ Si estos no eligen a Jesús como el único Señor al que vale la pena consagrarle la vida, difícilmente aceptarán que la Iglesia los elija a ellos como discípulos de Cristo y encauce sus vidas para lograrlo.

– La expresión “encuentro” para referirse a la experiencia espiritual es especialmente rica.
o El encuentro con Dios en uno como nosotros, el hombre Jesús y nuestro hermano, en quien se generan relaciones comunitarias simétricas y fraternas, constituye un modo muy feliz de hablar de la experiencia cristiana de Dios.
§ La experiencia de Dios como “encuentro” con Cristo tiene un anclaje antropológico que orienta aún mejor lo que Aparecida nos pide.
§ Podemos decir que “encuentro” alude a lo que puede ocurrir entre dos personas.
• Así de simple y hermoso.
• Así de complejo y peligroso.
§ Cuando el encuentro es tal que ambas personas se constituyen una a partir de la otra, se abre naturalmente a la amistad de terceras personas, constituye una comunidad y permite reconocer la comunidad que, tal vez imperceptiblemente, sostenía y posibilitaba estas relaciones.

– Para Aparecida, el “encuentro con Cristo” recuerda el llamado y la elección que hizo Jesús de sus primeros discípulos:
o Llamado a vincularse estrechamente con él, para que conocieran el misterio del reino y para que compartieran su misión de anunciar su advenimiento.
o El impacto que produjo Jesús en sus discípulos produjo en ellos una respuesta libre. El amor de Jesús por ellos los convirtió en amigos y hermanos suyos, y los impulsó a misionar.

– Esta primera experiencia de Cristo, después de la resurrección de Jesús ha abierto un acceso trinitario a Dios.
o En la experiencia cristiana de Dios el Padre tiene la iniciativa: El sale a nuestro encuentro en su Hijo y por el Espíritu.
o Cristo es el “camino, la verdad y la vida”. Jesucristo, su reino y su muerte en cruz, constituye el modelo de la vida cristiana.
o El Espíritu, por su parte, hizo que Jesús se relacionara con el Padre en la oración y el discernimiento de su voluntad.
o El Espíritu nos ha revelado que Jesús es el Hijo y que Dios es el Padre de Jesús y nuestro Padre.
o El Espíritu guía a los cristianos como “maestro interior”.

– El Documento de Aparecida indica dónde podremos encontrar a Cristo: en la Palabra, la Eucaristía, en las comunidades, en María, en la religiosidad popular y en el prójimo (pobre).

– El encuentro con Cristo en el prójimo recuerda la índole eclesial de una experiencia cristiana auténtica.
o Este es precisamente el desafío ulterior.
§ No basta decir que la evangelización depende exclusivamente del “encuentro” con Cristo.
§ Es posible que a futuro se pierda la posibilidad de una experiencia de Dios en Cristo si no se realizan ajustes eclesiales mayores.
o Dicho de otra forma, sin cambios la transmisión de la fe a la siguiente generación y la proclamación misionera de Jesucristo a los que nunca han creído en él, es impensable.

– Por tanto, la atención a los “signos de los tiempos” en la que se haya la Iglesia en Aparecida, constituye una oportunidad muy favorable para preguntarle al Señor qué Iglesia facilitará, encausará y custodiará mejor aquel “encuentro” con Cristo del que depende el futuro cristiano de América Latina.

3.- Cristología de Aparecida

Cristo vida plena

– Ya en el título que llevaría la V Conferencia se nos había indicado que el tema de la vida habría de ser clave.

– El foco de todo el documento es el encuentro con “Cristo vivo”.
o Con las palabras del Papa: “Es necesario que los cristianos experimenten que no siguen a un personaje de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas. Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida” .

– En estos términos el Cristo de Aparecida es una “buena noticia”. La persona de Jesucristo en sí misma, su vida divina comunicada humanamente a nosotros, constituye la salvación.

– Se subraya que Jesucristo es la vida eterna: la vida divina que el Hijo quiere compartir con la humanidad de parte de Dios prevalecerá en los que creen en él.

– La vida eterna del Hijo, sin embargo, no se comprende independientemente de la vida que Jesús comunicó a diversa suerte de pobres. La vida eterna se anticipa por la praxis compasiva de Jesús, porque no consiste en otra cosa que en la eternidad del amor.

– Aparecida entiende la salvación como vida que supera las condiciones inhumanas en que viven los más pobres. El amor cristiano, en palabras del Papa “invita a todos a suprimir las graves desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a los bienes” .

El Cristo del reino

– Aparecida promueve un “encuentro con Cristo”, a quien considera la vida plena y a quien identifica con el reino de Dios.
o En ambos casos la salvación se concentra en la persona de Jesús, Cristo e Hijo de Dios.
o En ambos casos, la centralidad de la persona de Jesús no anula, sino que exige explicitar las consecuencias interpersonales, sociales e históricas de la salvación cristiana.

– El Evangelio tiene un carácter fundamentalmente personal.
o En Cristo Dios se da en persona a todos los hombres y todos los pueblos.
o Él es el “Dios de rostro humano” .
o Esta Buena Nueva, por otra parte, responde a las necesidades más hondas de la humanidad.

– El carácter personal del reino de Dios, sin embargo, exige una mediación recíproca entre Jesús y el pobre. Para Aparecida en el rostro de Jesús descubrimos el rostro del pobre y en el rostro del pobre se nos manifiesta el rostro de Jesús.

– “Pobre” hoy en América Latina y el Caribe debiera ser un concepto análogo y no confuso. Aparecida misma ofrece un primer analogado en palabras estremecedoras: “ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente ‘explotados’ sino ‘sobrantes y “desechables’”.

– De aquí que Aparecida renueve la opción por los pobres lo cual tiene enorme importancia. Decir que el Hijo de Dios se hizo hombre equivale a decir que “el Hijo de Dios se hizo pobre” . Cuarenta años después de Medellín, la V Conferencia asegura la índole cristológica de la opción por los pobres.

B. La Formación

– La sección clave está en el capítulo 6. Los números más importantes: 276-284.

1.- Claves

a) Cambios en el paradigma de la espiritualidad:
– Centralidad de Cristo: “Encuentro con Cristo”.
– De la imitación y de la santidad, al seguimiento.
– De la dirección espiritual al acompañamiento espiritual.

b) Respeto de la historicidad de las personas
– La conversión como un proceso de toda una vida (“camino largo”).
– La vocación como un llamado estrictamente “personal” de Dios (por el “nombre”).
– La necesidad de una pastoral diferenciada de acuerdo a la realidad de las edades y condición de las personas.
– Necesidad de formación permanente: a través de catequesis y sacramentos.

2.- Insistencias

a) Formación de discípulos y misioneros:
– ¿cómo se forma un misionero?
– ¿cómo se forma a un “formador” de misioneros (laico, religiosa, sacerdote)?
b) Necesidad absoluta de una comunidad: ¿qué comunidad es realmente “formadora”?

Jesús educador

JESÚS EDUCADOR

1.- Jesús no es un educador como nuestros educadores

• Y, en consecuencia, nuestros educadores no pueden pretender serlo como lo fue.

(1) Jesús elige a sus discípulos…// los profesores no eligen a los alumnos.

(2) Jesús forma un grupo… / a los profesores les asignan un curso

(3) Jesús establece una relación personal, íntima y permanente con sus discípulos // a los profesores no les corresponde hacer, salvo en algunos casos; pero, de hecho, con dificultad deben aprenderse los nombres de sus alumnos.

(4) Jesús no enseñó nuestras disciplinas (matemáticas, castellano, biologías…), sino asuntos mucho más vitales // a los profesores no se les pide normalmente que entren en asunto vitales y, por el contrario, tienen que tratar materias áridas de asimilar.

(5) Jesús no enseña a niños sino a adultos // no podemos tomar sus palabras tal cuales y aplicarlas a nuestro auditorio.

(6) Jesús llama a una conversión del corazón // de los profesores no se pueden esperar este tipo de llamados. Sería muy raro que los hicieran con olvido de la disciplina que deben enseñar.

(7) Jesús, además de maestro, es profeta e Hijo de Dios // algún profeta puede darse entre los profesores, pero sería muy raro que alguien pretendiera que lo traten como Hijo de Dios.

2.- Sin embargo, hay puntos de contacto entre Jesús y los profesores

(1) Jesús predica el reino de Dios

• Los profesores puede aludir a una realidad que hace trascendente el aprendizaje de la disciplina que imparte.
• El profesor debe formar personas más que “especialistas”. Hurtado: “Hay una profesión vacante: ser hombres”.

(2) Jesús se preocupa de darse a entender a los que tienen dificultad para comprenderle. Por eso enseña en parábolas
• Los profesores deben hacer un esfuerzo por comunicarse.
• Deben también hacer una “opción por los pobres”

(3) A Jesús le mueve la pasión por el Padre y por el reino de Dios
• A los profesores les ha de mover la pasión por entregar lo mejor de ellos mismos
• Pueden desear apasionadamente que sus alumnos comprendan y, sobre todo, lleguen a ser personas de bien.

(4) Jesús ama personalmente a cada uno de sus discípulos.
• Es fundamental que los profesores quieran a sus alumnos. Un alumno que siente que su profesor no lo quiere, tendrá dificultad para aprender la disciplina que este le enseña. Por el contrario, muchas de las vocaciones intelectuales son desarrolladas por profesores que supieron preocuparse por sus alumnos de un modo especial.
• Se podría preguntar a los alumnos por qué les gusta o no tal o cual materia. No sería raro que les gustaran las matemáticas si el/la profesora lo estimula.

(5) Jesús es creativo. Enseña con parábolas y ejemplos novedosos.
• Los profesores deben inventar sus propias técnicas de enseñanza y aprendizaje.

(6) Jesús establece una relación de autoridad y cercanía con sus discípulos. Esto genera libertad en las personas.
• Los profesores pueden formar personas “libres”: capaces de probar e equivocarse, de no dejarse llevar por aplausos ni por temores, personas que no dependen infantilmente de otros.
• Personas responsables

(7) Jesús educa para el discernimiento. Enseña a elegir.
• Los profesores deben transmitir una cultura y, al mismo tiempo, estimular en sus alumnos la capacidad de pensar por sí mismos y de tomar decisiones.

(8) Jesús enseña para la “cruz”, enseña a obedecer a Dios aunque cueste la vida.
• Los profesores deben educar para los “límites”
• Deben educar para “elegir”, para “elegirse” y para “ser elegidos”.
• Se podría decir que deben educar para sacrificarse por una motivación.

(9) Jesús despierta en sus discípulos el contacto consigo mismo (con la propia verdad, con las propias emociones).
• Los profesores pueden enseñar a sus alumnos a conocer sus capacidades, a descubrirlas y a desarrollarlas.
Deben enseñarles que son personas distintas de las demás (que no son rebaño). Que son personas únicas e irrepetibles; que de cada persona se espera algo original.
(10)Jesús responde a los anhelos más profundos de sus discípulos.
* Los profesores deben saber que sus alumnos tienen puestos los ojos en ellos. Sus alumnos esperan de ellos algo que no encuentran en otra parte: conocimiento, reconocimiento, cariño, etc.

Alberto Hurtado:
Hurtado concibe el estudio como una actividad espiritual. La teología constituye una etapa clave de la formación del sacerdote. Y el secreto de esta consiste en un conocimiento personal de Dios que se traduzca en un conocimiento de la propia persona del estudiante. Con suma inspiración afirma: «la formación debe llevar a cada uno a descubrir en sí aquel núcleo creador característico suyo, y a ponerlo en contacto con la chispa eterna» (75). Por el contrario, sigue, «el que no ha descubierto su principio creador podrá adquirir cultura, podrá asimilar ciencia, pero no podrá modelarse él mismo orgánica y armónicamente» (76).