Archive for 25 octubre, 2014

Pablo VI, los pobres y la Iglesia latinoamericana

pablo vi en medellinPablo VI, recién proclamado beato por el Papa Francisco, merece un especial reconocimiento de parte de la Iglesia en América Latina. Se le debe mucho. Menciono tres méritos, pero me alargo solo en el tercero: promovió la constitución del CELAM en su primera década de vida, estimuló una evangelización de las culturas del continente y sustentó teológicamente la que Puebla llamaría “opción preferencial por los pobres”.

Fue Pablo VI el primer Papa que puso un pie en tierra americana. Esto ocurrió en Colombia en 1968. El acontecimiento catalizó un grandísimo interés. América Latina recibía al representante de su centenaria fe en Cristo; en un momento históricamente muy delicado desde un punto de vista socio-político; y justo cuando la Iglesia continental ensayaba su apropiación del Concilio Vaticano II.

En esos años, desde la Revolución cubana en adelante, la agitación socio-política y las exhortaciones a la violencia se oían en todos los países. La tensión Este – Oeste, USA – URSS, era máxima. Había motivos para la ebullición revolucionaria y también para sofocarla: durante el siglo XX se exasperó la conciencia de la situación de miseria de campesinos y obreros, y de inmigrantes en las grandes ciudades.

El Papa que venía a inaugurar la II Conferencia episcopal latinoamericana, debía dar una orientación precisa para impulsar una recepción del Concilio que se hiciera cargo de esta realidad.

Bien vale recordar con atención sus conmovedoras palabras a miles de campesinos en Mosquera:

“Porque conocemos las condiciones de vuestra existencia: condiciones de miseria para muchos de vosotros, a veces inferiores a la exigencia normal de la vida humana. Nos estáis ahora escuchando en silencio; pero oímos el grito que sube de vuestro sufrimiento y del de la mayor parte de la humanidad. No podemos desinteresarnos de vosotros; queremos ser solidarios con vuestra buena causa, que es la del Pueblo humilde, la de la gente pobre. Sabemos que el desarrollo económico y social ha sido desigual en el gran continente de América Latina; y que mientras ha favorecido a quienes lo promovieron en un principio, ha descuidado la masa de las poblaciones nativas, casi siempre abandonadas en un innoble nivel de vida y a veces tratadas y explotadas duramente. Sabemos que hoy os percatáis de la inferioridad de vuestras condiciones sociales y culturales, y estáis impacientes por alcanzar una distribución más justa de los bienes y un mejor reconocimiento de la importancia que, por ser tan numerosos, merecéis y del puesto que os compete en la sociedad. Bien creemos que tenéis algún conocimiento de cómo la Iglesia católica ha defendido vuestra suerte; la han vindicado los Papas, nuestros Predecesores, con sus célebres Encíclicas sociales y la ha defendido el Concilio ecuménico».

Hasta hoy los teólogos de la liberación han lamentado que el concepto de “Iglesia de los pobres” no se hubiese constituido en el tema central del Vaticano II. El Cardenal Lercaro y otros más pensaban que este designaba una característica decisiva de la Iglesia de Cristo, que debía destacarse más aún en aquellos años. No fue así. No lo bastante. De aquí que se dijera que el Concilio había quedado en deuda con América latina y que Populorum progressio (1968), del mismo Pablo VI, habría sido el pago de esta deuda.

Pero hay algo aún más profundo. El Papa Montini, en aquella misma ocasión, puso bases cristológicas a la sería la “opción por los pobres” que ha llegado a constituir el nombre de la recepción del Concilio de la Iglesia en América Latina. En este mismo discurso, de un modo impresionante, Pablo VI descubre a los pobres su identidad más profunda. Lo hace en términos sobrecogedores:

“Hemos venido a Bogotá para rendir honor a Jesús en su misterio eucarístico y sentimos pleno gozo por haber tenido la oportunidad de hacerlo, llegando también ahora hasta aquí para celebrar la presencia del Señor entre nosotros, en medio de la Iglesia y del mundo, en vuestras personas. Sois vosotros un signo, una imagen, un misterio de la presencia de Cristo. El sacramento de la Eucaristía nos ofrece su escondida presencia, viva y real; vosotros sois también un sacramento, es decir, una imagen sagrada del Señor en el mundo, un reflejo que representa y no esconde su rostro humano y divino”.

Esos campesinos debieron ser fuertemente impresionados por las palabras de un Papa que veía en ellos un sacramento de Cristo y los saludaba con reverencia:

“No hemos venido para recibir vuestras filiales aclamaciones, siempre gratas y conmovedoras, sino para honrar al Señor en vuestras personas, para inclinarnos por tanto ante ellas y para deciros que aquel amor, exigido tres veces por Cristo resucitado a Pedro (Cf. Io. 21, 15 ss), de quien somos el humilde y último sucesor, lo rendimos a Él en vosotros, en vosotros mismos. Os amamos, como Pastor. Es decir, compartiendo vuestra indigencia y con la responsabilidad de ser vuestro guía y de buscar vuestro bien y vuestra salvación. Os amamos con un afecto de predilección y con Nos, recordadlo bien y tenedlo siempre presente, os ama la Santa Iglesia católica”.

Pablo VI, de esta manera, ponía uno de los cimientos de la que habría de ser la clave de la pastoral de la Iglesia latinoamericana y de la naciente Teología de la liberación: la preferencia de Dios por los pobres; el otro cimiento también lo pondría él, a saber, la de comprometerse solidariamente con los pobres con prácticas sociales y políticas a todo nivel. En Mosquera el Papa prometió a los pobres de todo el continente: defender su causa, denunciar las desigualdades económicas entre ricos y pobres, patrocinar la colaboración entre las naciones, dar la Iglesia testimonio de pobreza y anunciar a ellos mismos, los pobres, la bienaventuranza de la pobreza evangélica.

En esos agitados años Pablo VI pidió a los latinoamericanos no confiar en la violencia ni en la revolución. Esta podría acarrear aún peores males. Pero él mismo alentaba la organización de otras formas de lucha contra la injusticia.

Este viaje a Colombia y este discurso deben ser recordados. En ellos ha podido visualizarse la originalidad y la misión de la Iglesia en América latina, la atención a los signos de los tiempos que realizará a futuro y su actualización como “la Iglesia de los pobres”.

Terminó el Sínodo, continuará el discernimiento

La Iglesia sinodo 9Católica tiene 2.000 años. Avanza con pasos lentos. El Papa argentino, con una perspicacia pastoral y una energía fuera de lo común, se ha dado cuenta que, si la Iglesia Católica no progresa en varios frentes al mismo tiempo, la evangelización fracasará. Lo que está en crisis a este y al otro lado del Atlántico es la transmisión de la fe. Si se tratara de hacer pasar a la siguiente generación unas tradiciones valiosas por antiguas, daría lo mismo. Lo que a la Iglesia no le puede dar lo mismo, es que el Evangelio, que significa “Buena noticia”, se haya convertido sobre todo para las nuevas generaciones, en el plano de la sexualidad, afectividad y relaciones de por vida, en una “mala noticia”.

Lo que ha estado en juego en el Sínodo sobre la Familia desarrollado en Roma entre el 4 y el 19 de octubre, es nada menos que el futuro de la Iglesia. Pues si lo propio de esta es el amor, y ella debe enseñar a amar como Jesús lo haría, si no lo hace en el plano del amor íntimo y familiar, fallaría en algo fundamental. Es en los vínculos de amor donde se juega la felicidad de la inmensa mayoría de los seres humanos. Y, sabemos, es mucha la gente que ha abandonado la Iglesia porque siente que su doctrina en vez de ayudarle la culpabiliza, o porque se ha sentido discriminada. El Papa está convencido que la enseñanza de Jesús sostenida por la Iglesia por dos milenios, si se actualiza, puede iluminar extraordinariamente a las personas de esta época.

Y bien, ¿hay progresos?

Antes de ir al fondo del asunto, debe decirse que no hay fondo que valga si no se atiende a la forma de conseguirlo. Este Papa que ha puesto a la Iglesia entera en situación de discernimiento. Francisco ha procurado que todos hablen, por todos los medios posibles y con total libertad. ¿Es este un avance? Por supuesto que sí. Si todos pueden hablar, nadie podrá llegar a la verdad sin los demás.

Hay también un progreso en el fondo. La Relatio (documento final) trasunta una comprensión histórica del ser humano. Los obispos del Sínodo hablan de las personas, de las parejas, de los matrimonios como de realidades que se desarrollan en el tiempo, que pueden tener tal o cual cultura, que pueden encontrarse en vías de maduración, de fragilidad o de fracaso. El texto tiene una visión positiva del ser humano, independientemente del lugar o el recorrido que las personas vayan haciendo. El ser humano está en crecimiento, en proceso, puede mejorar, reconstruirse. El hombre, la mujer, la familia toman tiempo. Y lo merecen. Esto exige de los ministros y de las pastorales de la Iglesia una actitud cuidadosa y cercana. La pastoral debiera enseñar, pero sobre todo acompañar. Si las personas crecen, si están en camino, solo se las puede ayudar sin violentarlas, sin imponerles cargas que no pueden soportar. La clave de la pastoral propuesta es esta: “Es necesario acoger a las personas con su existencia concreta, saber apoyar su búsqueda, animarlas en su deseo de Dios y en su voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia; también a quien ha experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más desesperadas” (11).

Esto que ha debido ser siempre el procedimiento pastoral de la Iglesia, parece no habérselo practicado suficientemente. Muchos católicos han lamentado la intromisión o atropellos de sacerdotes en su vida afectiva o familiar con un lenguaje de blanco y negro, de permitido o prohibido, o dando permisos que los infantilizan.

A propósito de los temas más difíciles, lo siguiente. Lo más complicado de todo ha sido ofrecer a los divorciados vueltos a casar la posibilidad de comulgar en la misa. No se llegó a acuerdo. Si bien la mayoría votó a favor del párrafo correspondiente de la Relatio, esta no alcanzó los dos tercios necesarios. Aun así, debe valorarse la numerosa adhesión al texto (votos: 104/74) y, sobre todo, que haya podido argumentarse a favor y en contra de un tema altamente delicado, pues implica una posible innovación en la doctrina.

Acerca de la posibilidad de recurrir al uso de medios artificiales de control de natalidad –la emblemática “píldora anticonceptiva”-, no se la excluyó. Al contrario, se recordó que la misma encíclica Humanae vitae de Pablo VI (1968) “subraya la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad” (58). El Sínodo insiste en el valor del uso de los medios naturales y celebra a los que, no obstante las enormes dificultades de la vida actual, los utilizan. Sin embargo, favorece la responsabilidad de los esposos de discernir en libertad de conciencia lo más conveniente para su vida matrimonial y familiar. El texto fue aprobado con enorme mayoría (167/9).

El documento final es seco y frío con el reconocimiento del valor del vínculo entre personas homosexuales. El documento anterior –la Relatio del Cardenal Erdö del día lunes-, había sido benevolente. El párrafo 50 sostenía: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?”. Fue un texto de discordia. En votación, el actual párrafo 53 no alcanzó los dos tercios (112/64), probablemente con votos de obispos ubicados en posiciones contrarias.

Debe también destacarse el valor que tiene el reconocimiento del matrimonio civil, de las uniones de hecho o de las convivencias en general y en particular de los jóvenes (antes del matrimonio). Lo que predomina en estos casos es la doctrina más tradicional del valor del matrimonio natural y, nuevamente, una consideración histórica del ser humano. En toda relación amorosa puede haber algo que crece, un grado de responsabilidad, que los pastores de la Iglesia deben descubrir y cuidar, nunca sofocar con el ideal de la doctrina.

El Papa quiso que, no obstante no fueran aprobados aquel par de textos clave, el documento fuera hecho público. Francisco ha querido hacer participar a todos los católicos en la discusión del que ha llamado el “Evangelio de la familia”. Esta discusión abierta a los medios de comunicación ha generado problemas. Complicó el trabajo del Sínodo. Pero el Papa, según parece, quiere mejorar su magisterio escuchando a todos los bautizados.

¿Qué viene ahora? De aquí a octubre de 2015 las iglesias locales tendrán que debatir en base a este documento. No es un texto magisterial obligante. Se espera que se lo haga con la misma libertad con que se lo ha sido discutido y votado.

Se insinúa giro en la moral sexual católica

Sinodo 3 Sinodo 2El Informe-resumen de los trabajos del Sínodo de la semana pasada redactado por el comité correspondiente encabezado por el Cardenal Péter Erdö, significará un hito en el camino al Sínodo sobre la familia de 2015. El texto insinúa un giro en la moral sexual católica. Este documento representa una innovación teológica. No tiene la fuerza de un documento magisterial. No lo es. Se trata de un mero instrumento de trabajo. Pero, si el Sínodo progresa con este mismo método teológico la Iglesia terminará cambiando el paradigma de su enseñanza moral en este campo.

Por el momento, debe quedar claro, no ha sido recibido fácilmente por la asamblea. Ha recibido fuertes críticas. Ha sido redactado precisamente para esto. Para ser discutido.

El tono del Informe-resumen es amable. Pero la novedad no está en el tono. El documento constituye un esfuerzo teológico-pastoral poco conocido en el ámbito de la moral sexual católica oficial. Los teólogos se disputarán el título de la teología subyacente a estas nueve páginas: teología de gradualidad, teología de acompañamiento, teología de la germinación. Todo depende del ángulo de la argumentación que se observe. Lo que está a la base de varias posibles denominaciones es el cultivo en el ámbito de la enseñanza sexual, afectivo, matrimonial y familiar de la Iglesia de un método inductivo. Todo comenzó con aquellas 39 preguntas. El Papa no sometió al Pueblo de Dios a un examen escolar. “¿Se saben la doctrina o no?”. El Para preguntó por la realidad. “¿Qué está ocurriendo en este plano de la vida humana? ¿Sirve la doctrina, orienta, ayuda a vivir el Evangelio, sí o no?”. El documento, a diferencia del Intrumentum laboris –bajo este respecto -, aborda con el mejor celo pastoral la realidad humana misma. Y lo hace como sabemos que lo hacen los mejores pastores: con un extraordinario amor por el ser humano concreto. Las personas son fines, las doctrinas son medios. Las doctrinas evolucionan, mejoran, en razón de las personas. El Informe-resumen no renuncia a la doctrina. Pero le hace cumplir una función distinta.

Digo que advierto un cambio de paradigma. Se pasa de un planteamiento deductivo a uno inductivo. Se afirma: “Es necesario aceptar a las personas con su existencia concreta, saber sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia, incluso de quien ha experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más desesperadas” (11). Ya no se desprenden soluciones de datos teológico- doctrinales. Por el contrario, se aborda la vida real de la gente, de las parejas, de las familias tal cual se da, en su desarrollo, con sus aciertos y fracasos, sus progresos y sus involuciones, y se ofrece a esta vida cauces de mejores desarrollos. El documento celebra todo lo que germina no importa donde se encuentre; no importa que se esté lejos del ideal. El nuevo planteamiento abandona el blanco/negro, permitido/prohibido, y asume en serio la historicidad del ser humano, sus esfuerzos humildes por salir adelante, sus aspiraciones más altas de amor estable.

Esto significa sustancialmente que el Sínodo cree que Dios confía en la libertad y la conciencia de las personas, en la obligación de hacer un camino a la adultez, en el deber de acompañar a los fracasados y los débiles. Las orientaciones que da, las da para que las personas disciernan qué es lo mejor para sus vidas. Incluso a propósito de Humanae Vitae, manteniendo la doctrina, el encuadre que ofrece es muy positivo. La última palabra –como pocas veces se dice- la tienen las personas.

Los temas han quedado abiertos. Así ha debido ser. En uno es especialmente evidente que, no obstante los avances, aún no hay claridad suficiente: la comunión a los divorciados vueltos a casar. El documento recoge respetuosamente posiciones contrarias. Corresponde. Se está en camino.
Lo que resulta muy novedoso es la aceptación positiva de todo lo que puede significar el despliegue de la sexualidad fuera del matrimonio, aun cuando se den situaciones reñidas con el ideal, pues allí se incuba un crecimiento. Todo lo bueno que en tales circunstancias brote, merece el cuidado de la Iglesia. No recuerdo un documento tan cariñoso con las personas homosexuales.

Pero, como señalé más arriba, el texto es solo un instrumento para la discusión. Ha sido seriamente cuestionado por cardenales y obispos importantes. Están en su derecho.

¿Pueden comulgar los pobres?

Misa casa jaky 4Es dura esta pregunta. Lo sé. Dura con los pobres. Les puede ser hiriente. Pero esta pregunta no es contra ellos. Ellos lo saben.

En mi país, Chile, es normal que los pobres vayan formando su familia de a poco. Cuando la vida ha podido sonreírles, llegan a tener su casa propia y, si son católicos, se casan por la Iglesia. No hay nada más maravilloso que un matrimonio religioso celebrado después de haber hecho un largo camino, de sumo esfuerzo, con todo el viento en contra. El mejor de los mundos es haber llegado a este punto, habiendo educado a sus hijos y tener todavía fuerzas para cargar con los nietos.

La familia popular en un milagro. Se compone de personas que suelen venir de situaciones humanas muy precarias, salen adelante superando grandes adversidades y, como si fuera poco, soportan el desprecio de ser pobres. ¡La sociedad los mira con desconfianza y los culpa de su miseria! No viven como debieran.

Ella ya tenía un niño. Se embarazó a los quince. Él tuvo también un hijo por otro lado. Se enamoraron y se fueron a vivir juntos a una pieza que pudieron arrendar. Pero a pocos meses, la vida allí se les hizo imposible. El niño lloraba. El baño no alcanzaba para todos. En el refrigerador tenían reservado un espacio mínimo para la mamadera y nada más. Se corrió la voz de una toma de terrenos. Un partido político les ofreció un cupo. Decidieron correr el riesgo, porque era peligroso intentarlo. En el campamento nació un tercer niño. Este de ambos. Juntos los cuatro aguantaron la falta de agua, la mugre, las idas al hospital, el mal ambiente… Gracias a los dirigentes y las asambleas lucharon por una casa y la consiguieron. Nunca se les pasó por la mente casarse por la Iglesia. Por el civil, sí. Pero no quisieron hacerlo hasta no poder ofrecer una fiesta en el lugar donde vivirían para siempre. En el intertanto, ella se las arregló para dejar los niños con un vecina y así poder emplearse en una casa particular. Cuidó con esmero otros niños. Él, obrero de la construcción fue bien busquilla. Rara vez le faltó el trabajo. Pero para llegar a la faena muchas veces lo hizo en una combinación dos buses, viaje que en total le tomaba una hora y media, o dos horas.

¿Qué religiosidad es posible en estas condiciones de vida? Una muy profunda. La conozco. No es el caso hablar de ello. Tendría que alargarme. Solo quiero hacer saber que las comunidades cristianas populares se componen de personas como estas. Son ellas mismas las que consiguieron un terreno para la capilla, la construyeron y riegan el jardín. Estas mismas personas se encargan de las catequesis de sus hijos. En estas comunidades, en la misa dominical, al momento de comulgar a nadie se le niega nada.

Si los pobres no pudieran comulgar, la Iglesia no sería la Iglesia.

Comienza el Sínodo de la familia

19000_16713_2664958211.jpgFamilia fotoEl tema de la Iglesia es el amor. No otro. Sin embargo, la enseñanza de la Iglesia sobre “cómo amar” a lo largo de los siglos, ha sido muy variada. La Iglesia se ha hecho presente en muchas culturas. Ha debido inculturar el Evangelio del amor con enorme creatividad.

¿Dónde está la Iglesia hoy? Está dentro de un mundo tremendamente plural y en cambios profundos y acelerados. Está en deuda, por lo mismo, con mucha gente a la que no ha podido llegar con gestos y palabras de amor, con una enseñanza sobre lo que realmente es amar. Hoy las familias humanas son muy heterogéneas. Además, estas familias están siempre en proceso de realización: se constituyen y se desintegran, florecen y se marchitan. Decir que la familia está en crisis es poco. El fenómeno del amor íntimo y familiar que la Iglesia tiene por delante con todas sus vicisitudes, exige de ella un esfuerzo titánico de respuesta. Si esta respuesta es pobre, mal. Si es desatinada, peor.

Puesto que el amor en el plano de la sexualidad, de la afectividad, de los matrimonios y de las familias es lejos el más importante de los amores, la Iglesia debe ampliar y mejorar su enseñanza de acuerdo a las nuevas situaciones culturales a riesgo de fracasar en la transmisión del Evangelio. La transmisión de la fe en Cristo se ha interrumpido gravemente en muchos países de Europa. Tampoco en América Latina, los padres consiguen fácilmente que sus hijos hereden su pertenencia eclesial. Sabemos de tantos casos de matrimonios cristianos extraordinarios que no logran que sus hijos sean católicos como ellos. Entre otras razones, dicen estos que la enseñanza moral sexual de la Iglesia no la pueden entender.

El Sínodo sobre la familia de este octubre de 2014 es un primer paso que la Iglesia ha decidido dar para evangelizar en este ámbito de la vida humana. Fue necesario primero mirar la realidad. El Papa Francisco envió preguntas a todo el Pueblo de Dios para saber qué está ocurriendo. Los integrantes del Sínodo cuentan ya con las respuestas. En octubre de 2015 habrá otro Sínodo, continuación de este. Será el segundo paso. Entre ambas reuniones, habrá todo un año para que la Iglesia, en los distintos continentes y países, elabore una respuesta responsable que dar al mundo al que ella pertenece, a su propio mundo.

Cf: www.sinodofamilia2015.wordpress.com